La obra presenta una composición abstracta dominada por tonos cálidos y profundos, donde el rojo terroso y el marrón oscuro se combinan con matices dorados y un sutil trazo magenta horizontal. En el centro, se observa un bloque vertical compuesto por franjas de diferentes intensidades cromáticas, que sugieren una sensación de estructura y equilibrio dentro de la aparente simplicidad formal.
Las texturas son densas y trabajadas, con capas superpuestas que generan una sensación de profundidad y riqueza visual. La presencia de veladuras y variaciones tonales aporta un carácter casi táctil, invitando al espectador a acercarse para descubrir los matices ocultos en la superficie pictórica. La verticalidad central contrasta con la línea horizontal magenta, creando un punto de tensión visual que dinamiza la composición.
Esta pieza refleja el estilo característico de Vicente Rojo, donde la abstracción geométrica se entrelaza con un tratamiento matérico cuidadoso, logrando una obra que equilibra orden y misterio. La elección cromática transmite una atmósfera cálida e introspectiva, en la que el color se convierte en protagonista absoluto.