La pintura muestra a un músico en plena interpretación, ejecutada con un estilo expresionista y distorsionado. La figura principal, vestida con un overol azul y camisa verde, aparece en el centro de la composición tocando una trompeta dorada con gran energía. Sus proporciones están exageradas: los brazos, las manos y el torso se alargan y curvan de manera poco natural, otorgando a la escena un dinamismo casi caricaturesco. El rostro del músico está inclinado hacia arriba, sumergido en la intensidad de su interpretación.
En segundo plano, un grupo de personas disfruta del espectáculo, sentadas alrededor de mesas y vestidas con trajes de fiesta. Los rostros y posturas de estos personajes también presentan cierto grado de estilización, reforzando la coherencia visual del lenguaje pictórico. El fondo, en tonos burdeos profundos, contrasta con el suelo de madera que ocupa la parte inferior de la obra, cuyas vetas están representadas con líneas marcadas y tonos cálidos.
La obra utiliza una paleta intensa, donde verdes y azules vibrantes dominan la figura principal, mientras dorados y rojizos enriquecen la escena. El artista logra transmitir movimiento, música y energía a través de la exageración formal y el color. El resultado es una pieza que captura tanto el acto musical como el ambiente festivo que lo rodea, con un toque de humor y expresividad característica del estilo de Guillermo Scully.