La obra muestra un interior arquitectónico oscuro, dominado por tonos negros y grises. En el centro se encuentra un pasillo que conduce a una puerta de vidrio con un marco semicircular en la parte superior, con divisiones geométricas que generan un patrón de ventana. La luz tenue que entra por esta puerta ilumina parcialmente el piso y algunas superficies verticales, creando reflejos sutiles.
Las paredes laterales del pasillo son lisas y están divididas por paneles rectangulares, con un zócalo que corre a lo largo de la base. La perspectiva central dirige la mirada hacia el fondo, donde se percibe una especie de espacio abierto más allá de la puerta de vidrio, con una textura que sugiere un patrón decorativo o un relieve difuso.
El piso presenta un diseño geométrico en tonos grises y negros, con un efecto de reflexión que acentúa la sensación de profundidad. La iluminación proviene de una fuente externa que resalta las superficies verticales y crea contrastes de sombras, dando un efecto de calma y quietud al espacio representado.